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EL TEMPLE EN EL BIERZO, ALGO MÁS QUE PONFERRADA

Cuando hablamos de León, del Temple, y mas concretamente del Bierzo, como un reflejo, aparece en nuestra mente una palabra, un castillo, una leyenda: Ponferrada.

La Encomienda Templaria del Bierzo, Ponferrada, fue y sigue siendo un enclave privilegiado situado en un lugar mágico cuya tradición perdura hasta nuestros días.

Junto a las encomiendas de Villalcazar de Sirga, en Palencia, y San Fiz do Ermo en Galicia, Ponferrada, cerraba la línea de Encomiendas de los monjes guerreros en el Camino de Santiago, encomienda, además de privilegiada, estratégica para la Orden del Temple, ya que defendía el acceso al monte Cebreiro.

Sobre Ponferrada y su castillo poco hay que contar ya que es un enclave y una fortaleza sobradamente conocidos para los entusiastas y estudiosos de esta orden de monjes guerreros, pero El Bierzo nos depara otras sorpresas inesperadas, otros lugares igual de mágicos que Ponferrada, igual de estratégicos, de importantes, así que, empecemos por el principio.

Un año antes de la batalla de Las Navas de Tolosa, más concretamente un 29 de abril de 1211, pasó de nuevo a manos Templarias el castillo y villa de Ponferrada además de todo su término por parte de Alfonso IX. El receptor de esta, llamémosle, “donación” fue el Maestre del Temple don Gómez Ramírez.

Y sí, como dijimos más arriba, “pasó de nuevo a manos Templarias”, ya que anteriormente, Ponferrada, perteneció al Temple, más concretamente desde el año 1178, siendo el receptor de esta donación fray Elías, y arrebatada por el rey en el año 1204.

Pero dejemos por un momento Ponferrada y su castillo, y veremos como más allá de éstos, el Temple, dejó huella en el corazón del Bierzo. Gracias a la gran cantidad de documentación existente sobre la zona, podemos ver como la Orden abraza otras poblaciones como Pieros, Corullón, Vega de Valcarcel, Bembibre, Rabanal del Camino, o Priaranza del Bierzo.

De hecho, los templarios estuvieron en litigio con los benedictinos de San pedro de Montes varios años por las posesiones o concesiones sitas en el valle de Valdueza, litigio que llegó hasta manos de Alfonso IX, el cual se decantó por los Benedictinos.

Como dijimos anteriormente, la gran cantidad de documentación sobre la Orden en esta zona nos permite ofrecer una exhaustiva lista de comendadores, no sólo con casa en Ponferrada, como ahora veremos, ya que en este listado podemos observar como algunos de los comendadores del Temple, además de Ponferrada, también poseían casas en otros lugares como Rabanal, Pieros o Priaranza del Bierzo.

Las posesiones templarias se extendían por un cinturón que guardaba las minas áureas de Las Medulas, minas de las que aunque no hay constancia de que el Temple explotara, es lógico pensar que así lo hicieran.

Al mismo tiempo podemos apreciar como un mismo comendador, poseía varias casas a la vez, lo cual da a entender la importancia que estas otras posesiones tenían para la Orden, importancia casi equiparable a la de Ponferrada.

De estas posesiones templarias, en algunos casos como Bembibre y su castillo (supuestamente templario, ya que así lo asegura la tradición popular), pocos o ningún resto quedan, sin embargo, en la mayoría de estos lugares. Sí podemos encontrar vestigios del paso de la Orden del Temple por el Bierzo, en la fortaleza o la iglesia románica de San Miguel en Corullón, que al parecer fue posesión templaria; en Pieros, donde tuvo casa Fray Domingo Fernández, en el año 1220; y, aún, podemos visitar la Iglesia de San Martín (la cual fue templaria); o los castillos de Sarracín y Antares (Castro Vega), en la población de Vega de Valcarcel.

Pero, desde luego, uno de los lugares mas emblemáticos y mágicos ocupados por la Orden junto al castillo de Ponferrada es la vieja fortaleza de Ulver, Cornatel, antiguo castro romano, y que aparece citado en el Cartulario de San Pedro de Montes, en el año 1228, como templario: “Tenente Ulver Freyres del Templo”, el cual aparece ya por primera vez con el nombre de Cornatel en el año 1378.

El temple estuvo en posesión del castillo de Ulver hasta su extinción, casi 100 años. Después, en 1327, Alfonso XI, dona el castillo a Alvar Nuñez Osorio, pasando posteriormente a manos de Pedro Fernández de Castro.

Es en 1378 cuando, el castillo de Úlver, aparece por primera vez con el nombre hoy conocido de Cornatel.